UNA MUJER SIGUE CANTANDO EN MEDIO DEL CAOS HOMENAJE A ROSINA VALCARCEL
Octubre 2016
Conocí a Rosina en la Universidad de San Marcos en 1977, cuando bajé corriendo la rampa del patio de letras al llamado de la poeta Dalmacia Ruiz Rosas, pues un poema suyo había escandalizado a cierto público conservador en salón A, y había que apoyarla. A través de 36 años cultivé una amistad donde hemos compartido poesía, literatura, feminismos, las izquierdas. Ha sido un regalo de la vida compartir con ella, arte, sueños, esperanzas, tristezas y alegrías en este tiempo arduo y difícil. Por momentos la vida me ganó en la lucha por los feminismos pero ella me devolvía a la literatura. Hemos cultivado amistades entrañables con Alfredo Torero, Antonio Cornejo Polar y Pilar Dughi.
Presenté su poemario: Una Mujer Canta en Medio del Caos: en 1991[1] y ahí señalé que la autora junto con Enriqueta Bélevan logró abrirse un espacio que precede a la eclosión de poetas mujeres que llegaron con la generación del 70’, como María Emilia Cornejo, y del 80 : Carmen Ollé, Patricia Alba, Dalmacia Ruiz Rosas, Rocío Silva Santisteban, Mariela Dreyfus y otras.
Su libro, dije, y no me equivoqué, es un viaje por el tiempo, un testimonio lúdico de nuestra época. En donde como ella misma ha señalado, correlaciona lo cotidiano y lo afectivo con el hecho histórico. En este poemario, sin embargo, si bien continúa la línea trazada desde sus inicios, Valcárcel incorpora con nitidez una identidad femenina, o feminista, como ella declara, con mayor consistencia.
El libro reúne 69 poemas, marcaron un salto en su proceso creativo, dividido en cuatro partes “Una mujer canta en medio del caos”, “Pascana”, “La piel nuestro tambor”, y “Giralda”. Lo inicia con el texto denominado “Alquimia” donde nos indica las razones de su quehacer poético: “/en la edad de la razón / envío todo al infierno / canto en medio del caos / para guarecerme / de la hostilidad del tiempo /”.
La función testimonial que cumplen los poemas tiene que ver con una generación que se adscribió a legendarias utopías y a la búsqueda de alternativas de cambio para nuestro país, y que sin embargo en parte quedaron, como en el inolvidable poema “Acorralados”: “/hablo de nosotros/los muchachos que hicimos la revolución/ a nuestra manera/…dando vivas al Che, cantando Yesterday y la Internacional/. Y a quienes les quedan el amor y la rebeldía para subvertir las costumbres frente a la impotencia de esta mañana”.
Su preocupación por la temática femenina se expresa en la inclusión y el tratamiento de poemas como Lady Godiva, Violeta Parra, Rosa Alarco y en el dedicado a Isadora Duncan. O en la incorporación de personajes como el de la trabajadora sexual en “Desnudo Rojo 1917”. La sensualidad femenina que canta a la lactancia materna aparece en el poema “Milena”: “/he vuelto a la caverna bocabajo / dragones-dinosaurios muestran mi contorno / mis pechos exploran la estrella que naciste/”.
Amor y rebeldía es lo que nos propone Rosina y la palabra para resucitar a la vida. Un libro que expresa una trayectoria que ha alcanzado su madurez. De una poesía social, incorpora su identidad femenina que no quedaba tan clara anteriormente. Valcárcel ha seguido otro camino dentro de la poesía de mujeres. Abierta, sensible, se autodefinió feminista. Una voz que no está sorprendida de su sensualidad sino preocupada del desamor en busca de relaciones democráticas entre los géneros, “/ni Penélope, ni la Bella Durmiente /, solo gitana. / Lechucita de Palas /”. [2] Sin duda releyendo sigue siendo el amor y la rebeldía una constante en su obra.
El 7 de junio del 2013 presentó su poemario Contradanza y ahí retomé lo que el escritor Manuel Baquerizo dice sobre Valcárcel, "recrea las furias y las penas", y la poeta Esther Castañeda cuando señaló que Rosina irrumpió en el universo poético tradicional haciéndolo estallar. Y con Contradanza escribe para vencer el agobio, recomponer los afectos y reconocer los cronopios que siguen de pie. Que ha sido una constante mirar a su alrededor quienes quedan vivos, consecuentes y por supuesto con quienes continuar permanentes luchas.
¿Cómo no leer el poema a su padre que es una presencia en su obra? / Cierra los ojos/lloro a su lado/ y le escondo los zapatos/más adelante/me pide sus zapatos/le pregunto/ Papá ¿adónde vas? a buscar mis viejos ojos/ y se va papa/vuelve la noche/vuelve el día siguiente/ y se vuelve a ir/tras sus viejos ojos/ o cuando le pregunta ¿ por qué eres tan callado como el búho/ naciste desierto, eres espejismo y te alejas bajo el sol/ se está acabando el pisco me dice alarmado/ y aun no llegas al meollo/ habla replique/más mi padre calló y pensó en Góngora/.
Hay una admiración frente los grandes cambios y su modo de sentirlos.
Dice,.., /Al caer el muro de Berlín registra / dice él. “Qué dolor
y ni un solo disparo”/. La autora resalta que sus pulcras manos obstinadas eran efecto de los sueños, su mágica pluma, sus sonetos excelsos y cantares a los obreros. En este libro, Rosina se reencuentra con el padre con mucho dolor, es un sentimiento más allá del padre biológico, es un dialogo que continúa con el personaje de Darío.
De ese libro destaca su capítulo IV Muerte. El conjunto de poemas sobre la muerte, salvo los de su padre, están agrupados en la sesión “Carta Surrealista”. Una interpelación con la muerte a través de la pérdida de sus amigos y amigas. En el poema Águeda, vuelve a recordar a su amiga A. Castañeda, poeta inédita de su barrio de Lince,
quien muere ahogada en semana santa del 70 y que aparece, subliminalmente, a lo largo de la mayoría de los libros de Valcárcel. Se pregunta. /Adónde vas, muchacha ¿Adónde? Eres una caracola de nácar y Dios no existe/.En el poema, a Luis Fernando Vidal, escritor sanmarquino. /Y todo se hizo silencio para ti, todo no fue más que un clavel mudo sobre tu tumba/
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Del capítulo VIII, Lo social y político, retomo, “Dispara Girasoles”: (dedicado a su gran amigo Juan Cristóbal) poema social y político que cierra un ciclo: /Un niño sublevado, dispara girasoles, volantes, puchos, en medio de fantasmas que alucinan lemas subversivos/.
Frente a Carta Surrealista donde hay nostalgia… /Y me preguntaba por la Revolución, lo bolcheviques y el barrio de San Eugenio/. Hay evocación a históricos personajes de la política pero con nostalgia que los recoge también en sus impecables crónicas. (Su afán por resistir y siempre atenta a los momentos difíciles del país).
Más que álbum de familia, lazos de familia, que van del padre, a la madre Violeta /las cejas escriben designios que sus ojos no dejan ver/. A sus hija
Odette /Yo soy la llovizna que calma tu dolor cuando duermes/ /…
deja que dibuje tu rostro con mi corazón confuso/ o a Luana, su nieta:
/Disfruta la ventisca. El valle de tus ancestros/.
Como la autora, confiesa -en entrevista- su homenaje a Cortázar, a propósito de este libro, vale acabar recordando qué es ser Cronopia, “es ser contrapelo contraluz, contradanza, contratado, contrabajo, contrafagote, contra y recontra cada día contra cada cosa que los demás aceptan y que tiene fuerza de ley. Cortázar escribe: “Los cronopios que no deseaban ningún mal a las esperanzas las ayudaban a levantarse y les regalaban pedazos de mangueras rojas. Así las esperanzas pudieron ir a sus casa y cumplir el más intenso anhelo: regar los jardines verdes con mangueras rojas”. Este es un poemario para las esperanzas y que Rosina nos invita a volver a regar los jardines verdes con mangueras rojas. Cortázar es otro autor común que nos unió.
Comparto fragmentos de estos dos libros que pude presentar, pero está Paseo de Sonámbula del 2001, el que más me gusta y cuya edición es la más bella, realizada con Jorge Eslava y Colmillo Blanco. Y con ilustraciones hermosas del pintor Carlos Ostolaza que aquí aparecen y que la acompañaran desde entonces en sus publicaciones.
Dice en su Ars /Estoy sola en mi habitación/en un país lleno de espanto/ sólo el amor me asombra y resplandece/solo el amor/ y luego en Poética repetirá /Estoy sola en mi habitación/ en un rebelde país lleno de espanto/ Me asombra ese ojo de mancebo/aquel maldito ojo resplandeciente/atado a mi corazón/. Sin duda una habitación propia para la mujer-pájara, sonámbula, loca como las aves.
Todo ello conexo con los versos de Apollinaire /Mi pobre corazón es un búho/ que se clava, que se desclava, que se vuelve a clavar/de sangre, de ardor, estoy en el límite/a todos los que me aman, yo los elogio-
Este es un libro de transición, donde la historia y la vida de Rosina se entretejen. En el El libro de los cantos dice /Me diste un jardín/yo te he dado mi cuerpo/ ¿fue simple dádiva/ o ejemplo de pasión?/ Me diste una casa/Yo te he dado una hija/ ¿fue cambio de obsequios/o lección de amor?/ Me diste 12 viajes/yo te dedique dos libros/ ¿fue trueque de regalos/o muestra de ternura? Este poema, con ironía, un ajuste de cuentas, un poema por la igualdad. .
Y cierra el capítulo de cantos con el” Poema Chino”../: Postrada en la cama/mi esposo está muerto/Lamento su aspereza/más a él vuelvo la débil mirada/ De vez en cuando me quejo/al mediodía le regaño/y en la noche le celebro/ ¿Quién acecha mi habitación? Detrás de la puerta/casi todo está en calma/menos este poema de amor/que leo/demasiado tarde. /
De este libro tengo la dedicatoria que glosa: Después de una larga agonía el Perú vuelve a respirar y mis versos le cantan y celebran, para ti este libro Diana 2 de septiembre, del 2000. Y es en el verso en” Carta a Severine” dice: /Quizás no importa si los ideales alcancen la meta, sino que alguien—siempre un ser humano—de siglo en siglo releve la guardia. / Tal vez ello es más importante que vencer/ vigilar, crear, resistir contra lo que aniquila/este formidable impulso de creación/. A propósito de su lectura sobre Espartaco de Koestler.
Hay quienes como Alfonso Mendoza se han detenido en la vasta cultura de la poeta y su dialogo con la poesía universal, y la presencia también de mitos no solo en su trabajo de antropología sino en su poesía.
Como apunta el poeta Óscar Málaga - en su prólogo al libro Aprendiz de Maga: Con este libro dice: Rosina se convierte en una cronista que atraviesa nuestra época buscando respuestas a esta confusión que sucede hace tiempo nos asola y para eso nos introduce en las heroicas y comunes vidas cotidianas de poetas, pintores, creadores, investigadores peruanistas, héroes, heroínas, amigos y amigas que han partido y otros que aun luchan por cumplir con sus sueños extraños y mágicos personajes que la ciudad neurótica y paranoica intenta olvidar.
En esta ocasión, me detengo en esos libros bellos que son Diario de Talismanes y Aprendiz de Maga.
Inicia Diario de Talismanes (2005) con reincidentes como Gustavo Valcárcel y Juan Gonzalo Rose, Yolanda Westphalen, Gladys Basagoitia, María Emilia Cornejo, Esther Castañeda, profusa poesía. Poesía del interior, Arte poética, Kachkaniragmi y Entre Candilejas. Peruanistas como Antonio Melis, Modesta Suárez y Giovanna Minardi. Aquí hayamos la célebre entrevista a Blanca Varela es un texto editado en La Casa de cartón en 1996 . Así como una crónica-entrevista de largo aliento a Carlos Ostolaza y Óscar Málaga.
Aprendiz de Maga (2006) inicia con “Valcárcel y yo”, sobre Gustavo, su padre y continúa con Vallejo y Juan Gonzalo Rose con una crónica breve e inolvidable de su vida mexicana en un grupo que la llama Hija del Exilio. “La espalda de la Luna”, con ensayos sobre Lola Thorne y Julia Ferrer, (que no hay que dejar de leer y que forman parte de lo poco que hay sobre ellas). Continúa con” El atreverse y la esperanza” dedicando crónicas a Hildebrando Pérez y Aguardiente, Ricardo Falla, Elqui Burgos Oscar Málaga, Carmen Olle, Enrique Verastegui, Sonia Luz Carrillo, Gonzalo Espino, Roger Santivañez y muchos más, luego “Prosas Profanas” que van desde Alfredo Bryce a Gregorio Martínez, Zelideth Chávez. Reanuda con “Cuadros de una exposición” a disímiles pintores. En “Piedra negra sobre piedra blanca” recupera a su gran maestra Rosa Alarco y a Ángela Ramos, Magda Portal, Adela Montesinos, (hoy reconocida), y otros amigos ausentes: Paco Carrillo, Ana Uriarte, Cesáreo Martínez, Manuel Baquerizo, Alfonso la Torre y Víctor Phumpiu. En estos libros están las huellas hondas trazadas por Rosina sobre diversas historias de vida y de lucha que arman una constelación de seres humanos que ella elogia por sus afanes poéticos, políticos, literarios y que suman una multitud de seres que solo Rosina recupera y une, en un país donde pareciera que la fragmentación es nuestra condición humana.
Difícil recuento total, una lectura que nos permite conocer varias generaciones que Rosina alcanza captar en pequeños pero intensos relatos, que recogen una memoria inolvidable de un universo que la rodeó, y que una poeta sensible ha podido devolvernos al Perú, con poca memoria y que Rosina a lo largo de su vida ha ido escribiendo, para no olvidarlos olvidarlas, su mirada acuciosa con cariño ha podido recuperar en dos libros entrañables, recorrido testimonial como dice Málaga, pero más que testimonial, memorias suyas y nuestras que dan fe de los cronopios, sobrevivientes, vivientes, soñadores, que han forjado este país de esperanzas para conseguir justicia, dignidad, igualdad para todas y todos.
Audre Lorde, poeta afrodescendiente norteamericana, decía que para las mujeres la poesía no es un lujo, sino una necesidad vital, definía la calidad de la luz bajo la cual formulamos nuestras esperanzas y sueños de cambio que se plasman en palabras, ideas y por fin en una acción tangible. La poesía decía “es el instrumentos mediante el que nombramos lo que no tiene nombre para convertirlo en objeto de pensamiento. Los más amplios horizontes de nuestras esperanzas y miedos están empedrados con nuestros poemas, labrados en la roca de nuestras experiencias cotidianas”
Los padres blancos, decía Lorde nos dijeron:” Pienso, luego existo, la madre negra que todas llevamos dentro, la poeta, susurra en nuestros sueños Siento luego puedo ser libre. La poesía acuña el lenguaje, con el expresa e impulsa esta exigencia revolucionaria, la puesta en práctica de la libertad”.
Alfonsina Storni decía: “Hablo para sentir que existo, porque si no hablara mi lengua se paralizaría, mi corazón dejaría de latir, toda yo me secaría deslumbrada”.
Rosina Valcárcel, habló para poder ser libre y para ayudarnos a nosotras a encontrar nuestras libertades.
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[1] El presente texto sobre el libro de poesía de Rosina Valcárcel, Una Mujer Canta en Medio del Caos, publicado por la Editorial Gráfica Latinoamericana. Colección Amarilis, fue escrito para el Taller de Crítica Literaria, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, agosto de 1993.
[2] Texto de agosto de 1993.